Una evocadora escena de moda donde los antiguos ritos de civilizaciones desconocidas se encuentran con los limites de la moda contemporánea. El modelo lleva una prenda que es tanto armadura como vestido, con patrones que evocan los glifos de un lenguaje olvidado. Los colores son profundos y resonantes, con destellos de neón que pulsan como el latido de un mundo no visto. Su postura es digna, encarnando tanto a la guerrera como a la sacerdotisa, mientras el entorno fusiona las formas orgánicas de un templo de la selva con las líneas nítidas del diseño modernista. El resultado es un enigma visual, a la vez intemporal y pionero.