Un dibujo ingenuo y naif hecho con lápices de colores, al estilo de un niño de 4 años. Una pequeña figura humana está sentada con calma, con un cubo de metal en la cabeza, como si no quisiera ver el mundo. Sus pies están incrustados en una densa niebla negra que rodea el suelo. El fondo es vacío o neutral, de un suave color beige. Las líneas son temblorosas, imperfectas, como dibujadas por un niño. La atmósfera se siente inocente, poética y simbólicamente pesada. Composición minimalista. Textura de lápiz de colores, sin pulido digital, muy cruda y tierna.