En un vasto y sin límites cielo, salpicado de suaves nubes de colores pastel, flotan dos islas. En una isla, llena de vegetación y flores vibrantes, se encuentra el Principito, con su icónica bufanda ondeando en la suave brisa. Su expresión es de asombro y curiosidad mientras mira hacia la isla vecina. Esta isla es rocosa y escasa, con algunas plantas resistentes aferrándose a su superficie. Aquí, un majestuoso dinosaurio, gentil y sabio en su comportamiento, mira de vuelta al Principito. El espacio entre ellos está lleno de un suave resplandor, insinuando la conexión mágica que comparten. Esta escena es surrealista, combinando la esencia de la historia atemporal de Antoine de Saint-Exupéry con la majestuosa grandeza de las criaturas prehistóricas, todo suspendido en un cielo de ensueño.