Un caballo caprichoso pintado al estilo de Wes Anderson, y entre los candelabros había alguien 'como un hijo de hombre', vestido con una túnica que le llegaba hasta los pies y con un cinturón dorado alrededor del pecho. Su cabeza y pelo eran blancos como la lana, tan blancos como la nieve, y sus ojos eran como fuego ardiente. Sus pies eran como bronce resplandeciente en un horno, y su voz era como el sonido de aguas turbulentas. En su mano derecha sostenía siete estrellas, y de su boca salía una espada afilada de dos filos. Su rostro era como el sol brillando en toda su gloria. Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Luego, él puso su mano derecha sobre mí y dijo: 'No temas. Yo soy el Primero y el Último. Yo soy el Viviente; estuve muerto, y he aquí que estoy vivo para siempre. ¡Y tengo las llaves de la muerte y del Hades! 'Escribe, por tanto, lo que has visto, lo que ahora es y lo que ha de suceder más tarde. El misterio de las siete estrellas que viste en mi mano derecha y de los siete candelabros de oro es este: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candelabros son las siete iglesias.